Friday, September 15, 2006

La muerte del fuego


Ahí está el carmesí incendio supremo
con su glacial cadáver transparente
lamenta en agonía el indulgente
perdido desengaño parasemo.

Caminaba una legua el ser blasfemo
y en su rostro abismal, clarividente,
un destino surgía tristemente
después que feneciera el crisantemo.

Gime la suave voz de esa mirada,
envenena el secreto ser oscuro…
mientras la pira yace desangrada,

corroe una ilusión descolorida
(la etérea llama entona su conjuro)
flotando en nada el cuerpo ya sin vida.